DECADENCIA DEL CARNAVAL MONTECRISTEÑO

Por.- Isabel Emilia Rosario

Montecristi, Republica Dominicana.- Al iniciar este escrito vienen a mi memoria lindos recuerdos de mi niñez acerca del carnaval.

Febrero era un mes muy esperado, pues nos servía como fuente de manifestación de nuestro arte y creatividad.

Uno de los carnavaleros más esperados era José Datt y sus famosas comparsas vistosas y coloridas, siempre innovando cada año sus disfraces y pasos.

Hoy en día veo con mucho pesar como nuestras tradiciones se han ido perdiendo en el tiempo. He leído en los últimos días muchas quejas del por qué ocurre esto, y la mayoría siempre termina diciendo que toda esta decadencia en nuestro carnaval, es debido a la falta de las autoridades.

Yo difiero de esta postura parcialmente, toda la culpa no es exclusiva de quienes nos representan, a nosotros los ciudadanos nos pertenece una gran tajada.

¿Por qué digo que somos culpables? Porque los intentos en rescatar nuestro carnaval han sido muy mínimos, convirtiéndose en una lucha de dos o tres personas.

Para lograr darle vida al carnaval, todos debemos integrarnos como sociedad y apoyar masivamente.

Crear una comisión carnavalesca, integrada por personas dispuestas y creativas, entre ellas me doy el lujo de mencionar a Milady Lopez, Angel Amezquita, Elizabeth Tejeda, Nancy Santana, De Lima Fermin Terrero Rodriguez, Taniuska Meniur, entre otros, que trabajen con meses de anticipación en la organización y montaje del carnaval.

Integrar a los centros educativos y Juntas de vecinos para que se creen grupos carnavalescos, que salgan cada domingo con su comparsa por las calles y que al final del mes de febrero, el ayuntamiento, premie a las mejores comparsas, en los renglones correspondientes.

Que el pueblo exija a las autoridades y patrocinadores una mejor calidad en las agrupaciones musicales y montaje de nuestro carnaval, no podemos seguir conformándonos con las migajas que se nos arrojan.

Nuestro carnaval es único en el mundo, es parte de nuestra cultura e idiosincrasia como montecristeños, mantener y defender ese legado es nuestro deber como ciudadanos.